Morir no es tan
malo… pues hasta la festejamos.
Algunos datos sobre nuestra tradición del día
de los muertos…
El Día de Muertos se conmemoraba el
noveno mes del calendario solar mexica, cerca del inicio de agosto.
Las
festividades eran presididas por la diosa Mictecacíhuatl, conocida como la "Dama de la
Muerte" (actualmente relacionada con "la Catrina", personaje de José Guadalupe Posada) y esposa de Mictlantecuhtli, Señor de la tierra de los muertos. Las
festividades eran dedicadas a la celebración de los niños y las vidas de
parientes fallecidos.
El Omeyocán, paraíso del sol, presidido por Huitzilopochtli, el dios de la guerra. A este lugar llegaban
sólo los muertos en combate, los cautivos que se sacrificaban y las mujeres que
morían en el parto. Estas mujeres eran comparadas a los guerreros, ya que
habían librado una gran batalla, la de parir, y se les enterraba en el patio
del palacio, para que acompañaran al sol desde el cenit hasta su ocultamiento
por el poniente. Su muerte provocaba tristeza y también alegría, ya que,
gracias a su valentía, el sol las llevaba como compañeras. Dentro de la escala
mesoamericana de valores, habitar el Omeyocan era un privilegio.
Por su
parte, los niños muertos tenían un lugar especial, llamado Chichihuacuauhco, donde se encontraba
un árbol de cuyas ramas goteaba leche, para que se alimentaran. Los niños que
llegaban aquí volverían a la tierra cuando se destruyese la raza que la
habitaba. De esta forma, de la muerte renacería la vida.
Lo dicho… morir no es tan malo… pues hasta la
festejamos.
Fraternalmente,
Ulises Pantoja
B.
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