La autonomía politécnica…
Larga vida al Instituto Politécnico Nacional…
Como uno de los procesos más
relevantes en la política educativa en México, sin lugar a dudas, es la
trasformación que está sufriendo la comunidad politécnica… en donde todo se
está reduciendo a su autonomía como ente educativo nacional.
Los chavos politécnicos pretenden
“democratizar” un ente que por su naturaleza, estaría lejos de lograrse -me
explico- la democratización de las instituciones educativas resulta de difícil realización,
lo anterior debido a que la misión de las instituciones de educación son la
creación del conocimiento y su difusión, no la creación de cuadros políticos
que lo único que se logra con ello es la distracción de los jóvenes estudiantes
y los profesores.
Como uno de los referentes de
mayor impacto en la vida educativa en México es la Universidad Nacional
Autónoma de México (UNAM), la cual, en 1933 logra a lo que su servidor ha
referido como la autonomía absoluta, en
ese año, el Consejo Universitario fue considerado la “suprema autoridad”, es de
mencionar que este cuerpo colegiado no era organizado desde su ley orgánica,
sino desde leyes reglamentarias, la cual establecía –en su integración- un
número superior de alumnos a los directores y personal académico (incluyendo a
exalumnos) con lo cual, se crea una sobre representación de ciertos sectores de
la comunidad.
Las autoridades eran designadas
por el Consejo Universitario, y destituidas por éste, tomando en consideración
la propuesta de quince consejeros y por votación calificada.
Por otra parte, se formaron las
academias, las cuales fueron integradas de manera paritaria entre personal
académico y alumnos, teniendo dentro sus facultades la intervención en la
designación de las autoridades ejecutivas de las propias escuelas y facultades,
adquiriendo poder político.
La ley de 1933, estuvo en vigor 12
años, en los cuales los universitarios vivieron en constantes conflictos,
mismos que provenían de los procedimientos “democráticos”
para la designación de las autoridades ejecutivas, ya que los cuerpos
colegiados que deberían ser técnicos se volvieron cuerpo colegiados políticos,
pues al interior de estos se deban toda clase de componendas y transacciones
electorales.
Este desorden “democrático” crea
a través de las prácticas descritas, el nacimiento de órganos de poder de
facto, Comité Reorganizador de la Universidad (1935); el Directorio Depurador
de la Universidad (1938) y el Directorio Universitario (1944), los cuales no
eran cuerpos legítimos pero si tenían poder político en las decisiones de la
UNAM.
Lo anterior, propició el
clientelismo político, el fomento de grupos de alumnos que asediaban a la
comunidad universitaria conocido en como porrismo;
y la consecuencia lógica que en diversas entidades académicas se crean los
cogobiernos, en las que prevaleció la violencia y la compra de favores por el
apoyo.
Y para muestra un botón… en los
12 años en los la ley orgánica de 1933 estuvo vigente circularon 10 rectores,
es decir, 1.2 años en promedio por rector, esto nos da una idea clara que la
democratización de las instituciones de educación no siempre es la fórmula para
que estas puedan vivir.
A manera de epílogos:
La lección histórica nos dejar
ver cómo debemos actuar en las reformas estructurales de las instituciones de
educación, en donde la democratización no siempre va a ser la solución de los
problemas.
Se debe evitar la política de las
instituciones de educación, pues lo anterior solo distrae a los alumnos y
personal académico de sus principales deberes.
Larga vida al Instituto
Politécnico Nacional…
Fraternalmente,
Ulises Pantoja Baranda.