miércoles, 5 de noviembre de 2014


La autonomía politécnica…
Larga vida al Instituto Politécnico Nacional…
Como uno de los procesos más relevantes en la política educativa en México, sin lugar a dudas, es la trasformación que está sufriendo la comunidad politécnica… en donde todo se está reduciendo a su autonomía como ente educativo nacional.
Los chavos politécnicos pretenden “democratizar” un ente que por su naturaleza, estaría lejos de lograrse -me explico- la democratización de las instituciones educativas resulta de difícil realización, lo anterior debido a que la misión de las instituciones de educación son la creación del conocimiento y su difusión, no la creación de cuadros políticos que lo único que se logra con ello es la distracción de los jóvenes estudiantes y los profesores.
Como uno de los referentes de mayor impacto en la vida educativa en México es la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la cual, en 1933 logra a lo que su servidor ha referido como la autonomía absoluta, en ese año, el Consejo Universitario fue considerado la “suprema autoridad”, es de mencionar que este cuerpo colegiado no era organizado desde su ley orgánica, sino desde leyes reglamentarias, la cual establecía –en su integración- un número superior de alumnos a los directores y personal académico (incluyendo a exalumnos) con lo cual, se crea una sobre representación de ciertos sectores de la comunidad.
Las autoridades eran designadas por el Consejo Universitario, y destituidas por éste, tomando en consideración la propuesta de quince consejeros y por votación calificada.
Por otra parte, se formaron las academias, las cuales fueron integradas de manera paritaria entre personal académico y alumnos, teniendo dentro sus facultades la intervención en la designación de las autoridades ejecutivas de las propias escuelas y facultades, adquiriendo poder político.
La ley de 1933, estuvo en vigor 12 años, en los cuales los universitarios vivieron en constantes conflictos, mismos que provenían de los procedimientos “democráticos” para la designación de las autoridades ejecutivas, ya que los cuerpos colegiados que deberían ser técnicos se volvieron cuerpo colegiados políticos, pues al interior de estos se deban toda clase de componendas y transacciones electorales.
Este desorden “democrático” crea a través de las prácticas descritas, el nacimiento de órganos de poder de facto, Comité Reorganizador de la Universidad (1935); el Directorio Depurador de la Universidad (1938) y el Directorio Universitario (1944), los cuales no eran cuerpos legítimos pero si tenían poder político en las decisiones de la UNAM.
Lo anterior, propició el clientelismo político, el fomento de grupos de alumnos que asediaban a la comunidad universitaria conocido en como porrismo; y la consecuencia lógica que en diversas entidades académicas se crean los cogobiernos, en las que prevaleció la violencia y la compra de favores por el apoyo.
Y para muestra un botón… en los 12 años en los la ley orgánica de 1933 estuvo vigente circularon 10 rectores, es decir, 1.2 años en promedio por rector, esto nos da una idea clara que la democratización de las instituciones de educación no siempre es la fórmula para que estas puedan vivir.
A manera de epílogos:
La lección histórica nos dejar ver cómo debemos actuar en las reformas estructurales de las instituciones de educación, en donde la democratización no siempre va a ser la solución de los problemas.
Se debe evitar la política de las instituciones de educación, pues lo anterior solo distrae a los alumnos y personal académico de sus principales deberes.
Larga vida al Instituto Politécnico Nacional…
Fraternalmente,
Ulises Pantoja Baranda.

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